miércoles, 25 de agosto de 2010

¿Para qué tanto castigo?


Siento como si en el lugar del otro me posase,
Se me cae el alma de dolor al suelo y me la pisotean sin compasión,
Un nudo en la garganta que no me deja articular palabra,
Una decepción, otro miedo, otro dolor en mi cuerpo.

En un segundo inesperado,
Cuando todo empezaba a marchar como siempre,
Grietas de dolor vuelven a aparecer,
¿Por qué tanto sufrimiento? ¿Para qué tanto castigo?



Amigo mío, es ahora y más que nunca cuando la fortaleza debe ser tu escudo. Cuando debes mirar a la esperanza con fuerza. Cuando debes mostrar tranquilidad a aquella que sufre. Qué fácil es decirlo y que imposible ponerse en la situación…

Desde aquí te mando fuerzas, en más de una ocasión las habéis demostrado a todos. Ánimo, que supongo que no es suficiente. Paciencia, que es lo que nos falta a todos en momentos así, y mucho cariño de una persona que te quiere y que quiere darte un abrazo.
Impotencia, esa es la palabra que todos sentimos. El no poder hacer nada. Solo pedirle a Dios que os ayude, porque nadie se merece tanto dolor y a veces parece que éste está un poco mal repartido.

Un abrazo amigo. Se te quiere*

1 comentario:

  1. Sí, la impotencia es uno de nuestros peores enemigos, porque ni él ni nadie de nosotros podemos aliviar ese dolor que no se merece.
    Ójala la suerte le acompañe una vez más...

    ResponderEliminar